lunes, 20 de septiembre de 2010

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RELIGIOSIDAD A LA MEXICANA

Desde fuera de México inevitablemente se tiene otra perspectiva de cosas y maneras de hacer en nuestro país, que hasta hacía muy poco nos rodeaban y nos parecían de lo más normal. Cosas que por lo tanto nunca habíamos analizado o puesto en tela de juicio.
Algo así me pasa a mí con la “religiosidad” de los mexicanos. No me refiero al catolicismo como tal, sino a la manera del mexicano común de integrar su fe al día a día. Muchas veces de manera curiosa y pintoresca, otras ilógica o contradictoria, y otras tantas incluso de manera moralmente cuestionable.
Me resulta curioso cómo la gente se vuelve “más creyente” en momentos puntuales de la vida, y saca a relucir todo un lenguaje religioso que parece que tuviera guardado para las ocasiones especiales.

Hace unos días supe por el Facebook que una amiga mía iba a ser operada. A mí ya me han metido bisturí dos veces y sé el miedito que dan las operaciones. Mi amiga, que no recuerdo que fuera especialmente religiosa, comentaba su esperanza de salir bien de la operación, primero Dios. Tuvo rápidamente infinidad de respuestas en las que se le expresaba apoyo y buenos deseos. Vamos, de lo más normal.
Lo que terminó por darme cierto repelús fue la manera repetitiva y melosa de la mayoría de encomendarla a Dios. Frases como: “en el nombre de nuestro señor Jesucristo”, “primero Dios”, “que Dios te colme de bendiciones”, “que Dios te bendiga”, “ante todo ten fe”, etc. A tal grado que creo que al mismo Dios le provocaría cierto empalago.
En mis años aquí no había vuelto a oír muchas de esas frases hechas que son tan comunes en México. No porque España sea menos católica (muchos lo son y lo son mucho), pero por alguna razón aquí, en el espacio público se respira cierta laicidad.

No es que haya nada malo con el lenguaje religioso, pero sí me hace reflexionar que esa manera de sacar la religiosidad al extremo en momentos específicos de la vida, sugiere un deseo inconsciente de la gente de favoritismo celestial. Como hacerse "cuates de Dios" para gozar de sus favores y protección. Un poco como en la escuela: hacerle la barba al profe para que te ponga mejor calificación y asegurarte un aprobado.
En el caso de mi amiga por ejemplo, ¿por qué Dios le daría preferencia a su salud cuando miles de niños mueren cada día de desnutrición en Africa? Por no hablar de los civiles que mueren a diario en Afganistán o Palestina, de los montones de inocentes ejecutados en países absolutistas, o tantas víctimas de desastres naturales... 

Claro, rezar y encomendarse a Dios es una reacción lógica para cualquier creyente. Pero visto desde un punto de vista práctico ¿Por qué Dios iba a  poner especial atención en la salud de alguien que va a ser operada a tiempo, en condiciones de salud e higiene óptimas, en la comodidad de un hospital y rodeada de sus seres queridos? Visto así, ¿no será que ya ha sido bendecida?
Este deseo de ganarse la preferencia de Dios, y el billete de entrada al cielo, no tiene nada de nuevo. El otro día leí que en el s.XII el rey Alfonso I de Aragón, que no tenía descendencia directa, dejó en su testamento toooodo su reino a tres órdenes religiosas. Fue un caso insólito en grado superlativo de la costumbre de la época de dejar bienes y tierras a los monasterios o a la Iglesia para asegurarse la salvación eterna. ¿Tal vez uno de los primeros ejemplos del "compadrismo" espiritual?

Hay más ejemplos de la religiosidad a la mexicana y el deseo colectivo del favoritismo celestial. Entre muchas fiestas y rituales, destaca la adoración popular hacia la virgen de Guadalupe. A fin de cuentas entiendo que es una imagen y un símbolo: madre de Dios solo hay una y todas son la misma. Pero en cualquier caso ¿Por qué ibamos a ser los mexicanos los "consen" de esta virgen? Claro, cada pueblo tiene sus patrones, pero si naciste en Guatemala o Belice, ¿ya no puedes "ser cliente"? (como diría mi tía).
El tema de la idolatría papal es otro ejemplo. El papa finalmente es un jefe de estado, de carne y hueso, elegido por una élite de humanos de manera no democrática, en un proceso en el que no dudo que se peleen con uñas y dientes al mas puro estilo mafioso que exista. Ratzinger mismo era un desconocido para la mayoría de los mexicanos hace 3 o 4 años, y hoy es objeto casi de adoración. Y claro, no hay que olvidar a Juan Pablo II, que tenía una "especial predilección por el pueblo mexicano". Palabras mágicas en nuestros oídos: una vez mas nos venden la idea de que somos los preferidos. Y caray que funciona! En ese sentido los mexicanos siempre nos hemos dejado lavar el coco de lo lindo y nos han dado muuucho atole con el dedo. Y peor aún, seguimos con el deseo de los favoritismos celestiales.

Lo que lamentablemente aún no deja de ser parte de la idiosincrasia del mexicano paralelamente a su fervor religioso, es irse de jarra y de pilinguis de vez en cuando, para llegar a casa borracho y darle de guamazos a la mujer. Meterle balas a los narcos de la banda contraria o violar y matar a las desprotegidas en Juárez se está convirtiendo también en el deporte nacional de algunos. Y no me cabe ninguna duda que antes de salir de casa, esos delincuentes y sicarios tambien se persignaron o recibieron la bendición de su santa madrecita. Otro ejemplo extremo de la doble moral que se cuece en casa.

1 comentarios:

Unknown dijo...

Buena forma de describirlo.

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